Héroes
Fueron en la antigüedad personajes que reflejaban las virtudes admiradas por una u otra civilización. Los héroes de la mitología tenían, de todos modos, errores y equivocaciones, que solían costar más caro que a las personas comunes.
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Heracles
Heracles es un semidiós, hijo de Zeus y Alcmena, y su nombre significa "la gloria de Hera" (irónico, teniendo en cuenta los inconvenientes que ella le causó). Es más conocido por su nombre romano, Hércules.
Zeus lo engendró con la idea de crear un héroe superpoderoso, capaz de proteger tanto a los hombres como a los dioses, y que gobernaría la casa de Perseo.
Al escuchar esto, Hera (a quien no le gustaban ni Alcmena, ni su hijo) le hizo prometer que el primer príncipe que naciera en la casa de Perseo sería el rey supremo.
Zeus prestó juramento inquebrantable a dicha promesa, y entonces Hera adelantó el nacimiento de Euristeo (hijo del rey Esténelo, y atrasó el de Heracles, jactándose así de que el soberano de la casa de Perseo era Euristeo. Zeus se encolerizó, pero como no podía faltar a su palabra, logró convencer a Hera de que si llegase Heracles a ejecutar 12 trabajos que Euristeo le mandase, su hijo se convertiría en un Dios.
[̲̅1] El león de Nemea
El primer trabajo que Euristeo le impuso a Heracles fue el de dar muerte y despellejar al león de Nemea: enorme Bestia con piel a prueba de hierro, bronce y piedra
Fue hasta Cleonas y se hospedó en la casa de un pastor.
El pastor estuvo apunto de ofrecer un sacrificio a Hera, pero Heracles le dijo "Espera 30 días, si regreso sano y salvo, ofrece el sacrificio a Zeus; si no regreso ofrécemelo a mí cómo héroe!".
Llegó a Nemea y diviso a la bestia regresando a su guarida, cubierta de sangre. La apuñaló con sus flechas, le clavó su espada, y le pegó con su maza, pero lo único que consiguió fue que la bestia se retirara a su cueva, debido a un zumbido en los oídos.
Heracles puso entonces una red en un extremo de la cueva, y entro por el otro. Luchó cuerpo a cuerpo, y perdió un dedo en el trayecto, pero logró asfixiar al león. Cargó con el cadáver del animal a cuestas, por lo que regresó a Cleonas al cabo de 30 días.
El pastor estaba ya apunto de ofrecerle su sacrificio como héroe, pero en cambio le ofrecieron juntos el sacrificio a Zeus.
Heracles no encontraba forma de despellejar a león hasta que, como por inspiración divina, se le ocurrió utilizar las garras del mismo animal.
A partir de ese día, utilizó siempre esa piel invulnerable como armadura, y esa cabeza como casco.
[̲̅2] La hidra de Lerna
Constaba en destruir a un monstruo, hijo de Tifón y de Equidna, y criado por Hera para dañar a Heracles.
Dicha hidra tenía un cuerpo con forma de perro y nueve cabezas de serpiente, de las cuales una de ellas era inmortal; se dice que la criatura era tan venenosa. que su aliento o el olor de sus pisadas bastaban para matar a alguien.
Aconsejado por atenea, Heracles se acercó a la guarida de la hidra conteniendo la respiración, y tirando flechas con fuego, la obligó a salir.
El monstruo se enroscó en sus pies para hacerlo caer, y Heracles golpeó las cabezas con su maza, pero fue contraproducente, ya que cuando aplastaba una, crecían otras tres en su lugar.
Para colmo, un cangrejo gigante se acercó para ayudar a la hidra y le pinchó el pie al héroe.
Heracles llamó a Yolao para que viniese en su ayuda; este prendió fuego una arboleda y con las mismas llamas quemó las raíces de cada cabeza, con el fin de que no crecieran más.
A continuación, con una espada Heracles cortó la cabeza inmortal, y la enterró viva bajo una pesada roca. Bañó sus flechas en la hiel de la hidra, de modo que a partir de ese entonces la más mínima herida causada por sus flechas, era definitivamente mortal.
Y resultó también que el cangrejo había sido enviado por Hera, y esta como recompensa colocó su imagen entre los 12 signos del zodíaco.
[̲̅3] La cierva de Cerinea
Capturar a la cierva de Cerine
a y traerla viva de Enoe a Micenas. Este veloz animal tenía la cornamenta de un ciervo, pero de oro, y pezuñas de bronce. Estaba consagrada a Artemisa.
Heracles no tenía intención de herir a la cierva, por lo que no utilizó la fuerza en esta tarea, y persiguió al animal durante todo un año, hasta llegar a la lejana Histria, donde agotada se refugió la cierva en el monte Artemisio.
Heracles disparó una flecha que pasó entre el hueso y el tendón, de manera que pudiera sujetar sus piernas delanteras sin que manara sangre.
La apresó y cargó sobre sus hombros hasta Micenas. Artemisa le reprochó el maltrato a su animal sagrado, pero él aplacó su cólera, echándole la culpa a Euristeo.
[̲̅4] El jabalí de Erimanto
En su cuarta tarea, debía capturar vivo al jabalí de Erimanto: una bestia gigante y feroz que habitaba el monte Erimanto y que destrozaba los campos cercanos.
En su camino a dicho monte, tuvo un encuentro amistoso con el centauro Folo, pero debido a malentendidos, y al vino, comenzó una batalla con otro par de centauros. Logró vencerlos, pero sin querer lastimó con una de sus venenosas flechas a su viejo amigo Quirón, que por ahí se encontraba, y que por suerte era inmortal.
Extrañado de que un simple rasguño dañase al fuerte centauro, Folo tomó una de las flechas, pero se le cayó en el pie, y falleció. Heracles volvió sobre sus pasos para enterrarlo, y luego volvió a su búsqueda del jabalí.
Logró atrapar al animal, y lo ató con cadenas para luego transportarlo vivo y sobre sus hombros hasta micenas.
Pero antes de llegar a despachar el jabalí, se enteró de la expedición que planeaban los argonautas y decidió sumarse.
No se sabe quién entregó al jabalí en el templo de Apolo en Cumas.
[̲̅5] Los establos del rey Augias
Esta vez el héroe debía limpiar el inmundo corral del rey Augias en un solo día.
Este rey era hijo de Helio, y en ganado lanar y vacuno era el hombre más rico de la Tierra.
Pero el estiércol no se había limpiado en muchos años.
Euristeo imaginaba con felicidad el asco que iba a experimentar Heracles por tener que meter el estiércol en cestos, y llevárselos sobre sus hombros.
Pero Heracles se comprometió a limpiar el corral, a cambio de la décima parte de sus rebaños.
Augias se rio incrédulo, y llamó a su hijo, quien le dijo al héroe «Jura que realizaras el trabajo antes del anochecer». Heracles prestó juramento el nombre Zeus, por primera y última vez, y Augias juro también en cumplir su parte del trato.
La estrategia de Heracles consistió en hacer unas brechas en dos puntos del muro del corral, y después desviar los ríos vecinos, el Alfeo y el Peneo, para que sus aguas atravesarán el corral, dejándolo limpio.
Así pudo limpiar el corral en un solo día, y devolverle la salud a la tierra, sin mancharse ni el dedo del meñique.
[̲̅6] Las aves de Estinfalo
Consistió en deshacerse de un grupo de innumerables aves de pico de bronce, garras de bronce y alas de bronce: pájaros comedores de hombres, consagrados a Ares, que, asustados por los lobos del barranco de los lobos en el camino de Orcómeno, habían oído en bandada al pantano de Estinfalo, dando muerte a hombres y animales y dejando caer su venenoso excremento que arruinaba los cultivos.
Heracles se dio cuenta de que era inútil tratar de ahuyentar a estos pájaros con sus flechas, ya que eran demasiados. Y mientras en la orilla pensaba qué hacer, Atenea le dio unas castañuelas de bronce hechas por Hefesto, y él hizo sonar las castañuelas,
produciendo tal estruendo que las aves se fueron rápidamente, aterrorizadas por el sonido.
[̲̅7] El toro de Creta
Debía para este trabajo capturar al toro cretense que el rey Minos no quiso sacrificar a Poseidón, que engendró al minotauro en Pasifae y que estaba en ese entonces destrozando Creta.
Aunque el monstruo lanzaba llamas por la boca, Heracles rechazó toda ayuda del rey, y después de una larga lucha, pudo llevar al monstruo a Micenas.
El monstruo fue luego liberado, por lo que en un futuro le tocaría a Teseo sacrificarlo en Atenas.
[̲̅8] Las yeguas de Diomedes
Objetivo: capturar las cuatro yeguas salvajes del Rey tracio Diomedes, que estaban atadas con cadenas de hierro a unos pesebres de bronce, y que constituían el terror de Grecia.
Heracles zarpó con un grupo de voluntarios, y al llegar logro obligar a las yeguas a dirigirse al mar, mientras él se enfrentaba a los hombres que venían persiguiéndolos.
Como eran mayor en número, Heracles y los derrotó abriendo ingeniosamente un canal y de modo que el mar inundara la llanura. Luego dejó sin sentido a Diomedes, y lo dejó delante de sus propias yeguas, quiénes lo comieron vivo.
[̲̅9] El ceñidor de Hipólita
El noveno trabajo, fue ir en busca de un ceñidor de oro perteneciente a Ares, que llevaba puesto la reina de las amazonas (Hipólita), y entregárselo a Admete, la hija del rey Euristeo.
Con una nave y un grupo de voluntarios (entre ellos
Yolao, y quizás Teseo), zarpó rumbo al río Termodonte.
Al llegar, Hipólita le recibió con cierta cordialidad, ya que quería engendrar un hijo con el héroe, y Heracles propuso entonces un intercambio por el ceñidor. Entonces Hera, que observaba desde el Olimpo, se convirtió en una bella amazona y dijo a las mujeres que lo mataran, ya que quería secuestrar a la reina. Él enfrentó a las amazonas y con sus flechas derribó una por una hasta que capturó a la capitana, Melanipa.
Hipólita le rogó que la soltara y entonces Heracles consiguió a cambio el cinturón, regresando luego a Micenas.
[̲̅10] El ganado de Gerión
Lo que tendría que capturar esta vez, eran los toros que el gigante Gerión (de tres cabezas), criaba en la isla de Eritia. Estos animales de rojo pelaje eran vigilados por Eurition y el perro Orto, hermano de Cerbero
Otra vez, Heracles reunió un grupo de voluntarios en la isla de Creta, dónde se enfrentó al gigante Anteo, hijo de Gea. Ahí y se dio cuenta de que al poner los pies sobre su madre (Gea, la tierra) recuperaban las fuerzas.
Heracles le pidió a Helio prestada su copa de oro, en la que se desplazaba de oriente a occidente cada día, y así pudieron llegar a Eritia, pero se quedaron sin embarcación para regresar por mar.
El primero que lo atacó al llegar fue el Orto, pero Heracles lo aplastó de un porrazo. Eurition acudió para salvar a su perro, y también recibió un golpe mortal. Heracles arreo a los toros sin demora, pero un pastor los vio, avisó a Gerión de lo que sucedía.
El gigante y Heracles comenzaron a luchar, y Hera acudió en ayuda de Gerión, pero fue herida en el pecho por una flecha, así que volvió al Olimpo. Logró derrotar al gigante, y se llevó al ganado a través de Iberia, donde también se encontró a los hermanos de Gerión y también los derrotó; y paso por Galia y camino a Liguria se enfrentó con los ligures hasta agotar sus flechas, pero Zeus lo socorrió mandándole una lluvia de piedras qué hizo huir a sus atacantes.
Y varias otras personas trataron de robarles el ganado, pero lograron derrotarlos a todos.
[̲̅11] Las manzanas de las Hespérides
La tarea era robar las manzanas de oro que se encontraban en el jardín de las Hespérides (tres ninfas guardianas del atardecer; el jardín se hallaba en las proximidades del monte Atlas). Hera había colocado un monstruo inmortal de 100 cabezas a custodiar el jardín.
Tuvo que atravesar varios reinos y vivir varias aventuras para llegar al jardín. Al llegar, se encontró con Prometeo, quien le aconsejó que, en lugar de tomar las manzanas de oro con sus propias manos, le dejara esa tarea a Atlante.
Atlante pensó que si le ayudaba, se libraría de seguir sosteniendo la bóveda celeste, y así Heracles sostuvo el cielo mientras Atlante marchó al jardín, mató al monstruo y robó las tres manzanas de oro.
Cuando volvió, le arrojó los frutos a los pies de Heracles, pero le dijo que siguiera sosteniendo el universo, ya que él no volvería a cargarlo.
El héroe respondió tranquilamente que entonces iba a necesitar un almohadón, que iría buscarlo y luego regresaría, si Atlante ocupaba su lugar por un rato.
El titán cayó en la trampa, Heracles tomó las manzanas y partió al encuentro de Euristeo.
[̲̅12] La captura de Cerbero
La última y más difícil tarea de Heracles le llevó más allá del mundo de los vivos.
Euristeo quiso que le llevase a Cerbero, el perro de Hades que guardaba la puerta del Averno. Su objetivo era deshacerse del héroe para siempre.
Antes de emprender el viaje, acudió a los Misterios Eleusianos, ceremonia en la que expió sus pecados, condición sin la cual no podía entrar en el Averno.
Comenzó el descenso al mundo de los muertos en el cabo Tenaro.
Atenea y Hermes, guía de los muertos en su último viaje, le acompañaron; el barquero Caronte tenía miedo de Hércules, por lo que le llevó a través de la laguna Estigia sin protestar, acto por el que posteriormente Hades le castigaría.
En el Averno, Heracles se encontró con muchas almas, como la de Teseo, cuya salida de este mundo negoció él mismo, la repulsiva Medusa y Meleagro, uno de los Argonautas y asesino del jabalí Calidonio. Siguió su viaje por el mundo de la oscuridad y, tras degollar el ganado de Hades para que las almas pudiesen probar la sangre, Perséfone le pidió que tuviese más cuidado en adelante.
Al dios Hades no le gustaba la idea de que Heracles se llevase su perro y, según algunas versiones, se enfrentó al héroe y debió ser curado después en el Olimpo.
En cualquier caso, finalmente tuvo que permitir que Cerbero se marchase con Heracles, siempre y cuando fuese capaz de controlarle con sus manos, cosa que hizo al instante agarrándole de sus tres gargantas y asiéndole con tal fuerza que el animal tuvo que dejarse llevar.
A la llegada a Micenas, Euristeo se escondió, muerto de miedo tras ver al anim
al, y finalmente tuvo que liberar a Heracles, quien pudo así llevar a Cerbero de vuelta al Averno.
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